LOS PENSAMIENTOS DEL DOLOR

(EXTRACTO DEL CAPÍTULO 3 "EL DOLOR COMO ALIADO" DEL LIBRO REGRESO AL CUERPO. AFRONTAMIENTO ACTIVO DEL DOLOR, EL TRAUMA Y EL SUFRIMIENTO)

El aspecto cognitivo-evaluativo respecto al dolor incluye ideas, pensamientos, memoria de experiencias pasadas, creencias y procesos mentales de atribución (cómo interpretamos y calificamos al dolor) y anticipación (un mecanismo que prevé lo que sucederá). Además abarca un elemento que a mi entender es fundamental en el afrontamiento del dolor: la atención ¿en qué focalizamos?¿el dolor acapara toda la atención? o por el contrario¿se intenta no darle atención alguna para olvidarse de él? La atención y dónde se coloca el “foco”, es uno de los atributos determinantes en la experiencia personal del dolor y bien utilizada puede convertirse en una herramienta terapéutica.

Frente a un dolor cronificado es natural que surjan los llamados pensamientos catastróficos que pertenecen al conjunto de los factores cognitivo/evaluativos que influirán en la experiencia personal del dolor:
"Tengo algo muy grave pero nadie se ha dado cuenta"
"Debería quedarme en casa porque si salgo me dolerá más"
"Esto no se irá nunca"
"Ya no podré trabajar" 
"No podré cuidar de mis hij@s"
"Quedaré postrada/o en una cama" 
"Los médicos no resuelven, yo menos"
"¿Y si no hay solución?" "¿Y si me hubiera atendido otro médico?" "¿Y si...?" 
"La vida con dolor no tiene ningún sentido" 


A los pensamientos catastrofistas los mueve el miedo, siempre predicen lo peor y la mayor parte de la veces invaden tanto que no podemos frenarlos. Como cualquier pensamiento automático tienen la característica de ser breves, repetitivos, engañosos y no seguir un patrón lógico. En el momento que irrumpen se sienten como auténticos y en general magnifican lo negativo, -o bien-no dan cuenta de lo positivo.

En el estado de dolor cronificado, la persona se encuentra en un estado de vulnerabilidad y falta de control que es terreno fértil para que los pensamientos catastróficos aparezcan. Solo se atiende al malestar y entonces, la compuerta del dolor se abre. Hay que tener en cuenta que nuestros pensamientos y creencias también son impulsos nerviosos que pueden ser interpretados por el cerebro como "peligrosos". Ese es su poder: "de solo pensarlo me duele" "no puedo pensar en otra cosa" "me estoy obsesionando" (...) 

Según la manera en que califiquemos o juzguemos nuestros pensamientos y emociones relacionadas, podremos utilizarlos o no como aliados. 

Por mi experiencia, dudo de que un buen abordaje terapéutico sea el de "transformar las emociones y pensamientos negativos en positivos". En realidad no puedo hablar en esos términos en cuanto toda emoción y todo pensamiento tienen su razón de ser, transmiten un mensaje y también tienen su utilidad. Unos pensamientos no "valen" más que otros ni son negativos o positivos en sí mismos, pero eso sí: algunos pueden abrir la puerta al dolor y otros cerrarla. Igual que en el caso de las emociones, algunas abren la puerta al dolor y otras la cierran. 

Sabiendo esto cuando aparece el pensamiento catastrófico puedo observarlo y no reaccionar de manera automática. Puedo centrarme en el momento presente y relativizar los pensamientos a futuro: no sabemos lo que ocurrirá, solo sabemos lo que ocurre hoy, ahora, en un devenir constante y con múltiples posibilidades de transformación.

 

Puedes solicitar el capítulo III "el dolor como aliado" del libro Regreso al cuerpo aquí 

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