Aceptación no es resignación


Uno de los factores más complejos de trabajar con las personas que están atravesando un dolor cronificado es la aceptación del momento presente, que implica necesariamente la aceptación del dolor actual.

Cuando en terapia se plantea este concepto suele aparecer una fuerte resistencia
¿Cómo aceptar la vida con dolor? Es impensable. 

En general se identifica aceptar con resignar 
¿resignarse a que el resto de nuestra vida duela? Es intolerable.  

Incluso el término dolor crónico parece sentenciarnos a que nunca jamás se vaya el dolor. Pero en verdad su definición se refiere más bien a "larga duración", no a "para siempre". Es por eso que prefiero llamar dolor cronificado a la condición del dolor que se ha prolongado en el tiempo, porque me suena como algo en movimiento y con posibilidad de cambio.  

Aceptación no es resignación.


Para aceptar la realidad del dolor que se ha cronificado se necesita una actitud abierta y predispuesta: es lo contrario a evitar, negar, rechazar o resignar-se.  

Aceptar es dejar de sufrir. 

A veces aceptar suena a "no hacer nada" y en verdad es todo lo contrario ya que al enfrentarse a la realidad del dolor con aceptación y curiosidad, se descubren movimientos nuevos y formas diferentes de realizar una acción; se aprende a economizar el esfuerzo, a darse permiso para descansar, a disfrutar de las pequeñas cosas, a no sobreexigirse, a valorar las posibilidades reales y, sobre todo, a dejar de pretender y regular las expectativas. 

Esto último es complejo: no pretender y regular las expectativas, ya que no puedo cambiar radicalmente el presente ni tampoco puedo saber lo que ocurrirá en el futuro. Si pretendo en la situación de dolor actual, hacer todas las cosas que hacía antes, seguramente me frustraré, Si la expectativa de mejora es muy alta, a cada intento de solución no satisfactoria aparecerá una frustración muy fuerte con el consiguiente malestar acrecentado. Si la expectativa es negativa o está invadida por los pensamientos catastróficos, probablemente el umbral de tolerancia será muy bajo y la compuerta del dolor quedará abierta. 

Nivelar las expectativas es crucial.
 
Aceptar, -finalmente-, es: 

  • Abrir la posibilidad de experimentar y descubrir posibilidades diversas. 
  • Volver a tomar las riendas de nuestra vida: el camino de aceptación hace que recuperemos el control y la propia potencia.
  • "Plantarle cara" al dolor sin pelearse con él ya que tendremos en nuestras manos herramientas y recursos para gestionarlo.
  • Admitir que a veces necesitamos ayuda: hay días mejores y hay días peores.
  • Valorar los pequeños logros y el sentido del humor.  
Entiendo que un dolor cronificado nos enfrenta a una situación extrema y muy dificil de gestionar. Pero vivir con dolor no tiene porqué ser insoportable ni tiene que traer necesariamente sufrimiento...

Solo la aceptación puede hacer esto último posible.

 

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