EL MODO AUTOMÁTICO


Las conductas mecánicas o automatizadas son aquellos hábitos que adquirimos en nuestra infancia, que conforman patrones fijos que se van consolidando a lo largo de los años hasta el punto de no tener ningún registro consciente de ellos. 

Determinan un modo automático de funcionamiento necesario, en cierta medida, para no tener que "pensar" en las acciones rutinarias cada vez. Imagínense que en cada acción que realicemos seamos plenamente conscientes y focalicemos nuestra atención solo en lo que estamos realizando. En nuestras vidas actuales esto nos restaría eficacia, no nos permitiría planificar o pasar rápidamente de una cosa a la otra. Por tanto los hábitos son útiles y nos ayudan a desenvolvernos con mayor eficacia. Pero, al mismo tiempo, el modo automático puede resultar perjudicial, invadirnos, generar bucles mentales o rumiaciones  y determinar una manera de estar que muchas veces nos daña o, incluso, nos enferma.  

Me resulta un tema apasionante ya que la neurociencia en la actualidad nos comienza a dar pistas de las causas de ese modo de funcionamiento espontáneo del cerebro al que llama red por defecto y que es, en su justa medida, sumamente útil y necesaria en el funcionamiento cotidiano y en la planificación de acciones futuras. 

Pero también nos advierte que pasamos demasiado tiempo perdidos allí, la mitad del día hacemos las cosas en piloto automático. Como cuenta Nazareth Castellanos en sus cursos de neurociencia, no sabemos estar con nosotros mismos. Nuestro cerebro tiene la tendencia a huir del presente, y la mente divagante determina que no estemos donde estamos, y nos perdamos cosas de nuestra propia experiencia... 

El exceso de actividad espontánea del cerebro, el ajetreo y el ruido mental, se transforma así en un riesgo para la salud física y mental ya que nos distrae e impide que vivamos la experiencia plenamente y, así, esta se pierde, se desvanece. 

Nos perdemos, nos desvanecemos...

Ahora mismo mientras lees estas líneas (imagino que estás sentado o sentada...), ¿eres consciente de la postura de tu cuerpo? ¿sientes tus isquiones? ¿percibes tu columna y el apoyo de tus pies? ¿cómo tienes tus hombros? ¿eres consciente de tu respiración?...

Al abrir la puerta a la consciencia corporal, comenzamos a percibir la forma en que realizamos aquellas actividades de las que no tenemos registro consciente ya que son hábitos adquiridos y no necesitamos "pensarlos" cada vez..., ¿cómo colocamos el cuerpo al cocinar? ¿en qué postura dormimos? ¿de qué manera salimos de la cama por la mañana? ¿cómo es el apoyo de nuestros pies al andar? ¿cómo respiramos?...

A veces al explorar ese registro consciente, nos damos cuenta de que la modalidad que empleamos al ejecutar esas actividades cotidianas, retroalimenta y empeora los síntomas (sean cuales sean estos). 

A veces reaccionamos a los estímulos externos con tendencias de acciónconductas estereotipadas, tendencias emocionales y mentales, que fueron necesarias en algún momento de nuestras vidas, tal vez para sobrevivir, y han quedado fijadas desde hace mucho tiempo atrás pero a día de hoy no tienen sentido, solo nos perjudican en la relación con los demás y también nos enferman (citado de Regreso al cuerpo).

En cualquier acción o actividad mecánica o automática que realizamos a lo largo del día como cepillarse los dientes, comer, caminar, sentarse, hablar, respirar, etc. podemos permitimos un momento de atención plena al momento presente. 

¿ Qué estamos haciendo realmente? ¿Cómo lo estamos haciendo?...

¿Estamos donde estamos?

En la práctica o entrenamiento en este tipo de atención y, al darnos cuenta de nuestros propios hábitos y conductas, incorporamos poco a poco, una forma más adecuada de realizar esas tareas o acciones. Una manera que respeta la lógica del cuerpo y no abusa de algunas partes dejando de lado a otras (como decía Therese Berterath, creadora de la Antigimnasia). 

Este modo más orgánico lo vamos integrando a nuestro estilo de ser y de actuar, por lo que se transforma en un hábito totalmente renovado y fresco. Las actividades diarias realizadas de manera consciente, se van automatizando también con el tiempo y se transforman en hábitos más saludables porque ya no nos hacen daño ni nos perjudican; respetan la propia naturaleza y la inteligencia corporal y nos permiten utilizar nuestros recursos corporales como verdaderos aliados.

Atender al cuerpo y a las sensaciones, nos ayuda además a frenar los llamados pensamientos automáticos y a no reaccionar de forma impulsiva frente a cualquier situación complicada. 

Aprendemos así a estar con nosotros/as mismos/as y, además, a disfrutar de ello ya que estar donde estamos, presentes en cuerpo, mente y emociones, genera sensaciones de bienestar y nos permite vivir plenamente cada experiencia. Este estado ha sido descrito psicológicamente como estado de flujo (flow), también conocido coloquialmente como estar en la zona. Estamos totalmente conectados con el momento presente y experimentamos una sensación de concentración energética, participación plena y disfrute en el proceso de la actividad.




@Nazareth Castellanos (neurocientífica, investigadora de la relación cerebro cuerpo y los efectos del Maindulness en nuestro cerebro)

Imagen de El diario.es artículo sobre el Estado de flujo

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