EL DESAFÍO DE SALUD



Cuando se llama enfermedades terminales a aquellas que no tienen una cura aún descubierta,  se me hiela algo por dentro. 

Me parece una forma errónea de calificarlas. 

Muchos de los conceptos y contenidos respecto al afrontamiento del dolor físico persistente, los diagnósticos ambiguos y los tratamientos médicos interminables, pueden tener similitud con la afectación emocional, las interpretaciones de los acontecimientos actuales y el desafío cotidiano frente al malestar, el dolor, el sufrimiento y el miedo. 

Todas las emociones que aparezcan en esos momentos extremos tienen su razón de ser y su funcionalidad. 

Por ejemplo la tristeza que detecta las pérdidas en un amplio sentido, puede sobrevenir en la persona que atraviesa una enfermedad terminal, ya que ha perdido mucho y siente, además, que esa pérdida es irreparable... 

El pensamiento acorde a ese estado emocional será, seguramente, un pensamiento catastrofista, desesperanzado..., no hay vuelta atrás, todo es inútil, nada merece la pena..., pensamientos que retroalimentan al estado de tristeza y lo vuelven inmenso.

La forma de reaccionar y la manera de actuar frente a esos estados mentales y emocionales, será muy personal. 

Dependerá de diversos factores combinados que hacen a cada persona ser ella misma y no otra. 

Su historia biográfica, los estilos de apego que haya tenido en su infancia y su capacidad de resiliencia, determinarán un modo personal, único, de afrontamiento.

A veces las fuerzas se escapan y los estados depresivos aparecen como consecuencia del contexto en que se han generado, sumado a los síntomas de la enfermedad misma.

Por eso, cuando se llama enfermedades terminales a aquellas que no tienen una cura aún descubierta, se me hiela algo por dentro. 

Me parece una espada de Damocles, una amenaza persistente de peligro que rompe toda esperanza y modo positivo de afrontamiento.

Prefiero llamarlas el desafío de salud y encaminar el proceso hacia la expresión emocional, la evaluación de las posibilidades reales y la aceptación que eso mismo puede generar. 

Focalizar en lo que sí se puede y no en las limitaciones, para vivir el momento presente con la mayor plenitud a pesar del diagnóstico que nos han dado...

Tal vez lo más importante en ese desafío de salud sea generar redes de sostén y apoyo que permitan momentos de co-regulación emocional cuando la autorregulación falla: 

me regulo con el otro, 

pido ayuda cuando la necesito, 

cuento con las personas que me quieren, 

no estoy solo/a.


Pide ayuda, eso te hará más fuerte...

 




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